Botonera

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7.6.20

IX. "LA MUERTE DE FRANCO EN LA PANTALLA", Nancy Berthier, Valencia: Shangrila 2020




Capítulo IV
Ficciones: Nuevos modelos desde la intimidad


Se hubiera podido pensar que los documentales televisivos en torno a la muerte de Franco que acabamos de presentar agotarían el tema, no solo por la cantidad de datos, de imágenes y de testimonios que proporcionaban sobre el evento sino también por su dilatada circulación posterior. De hecho, hasta ahora, no se han realizado más documentales dedicados a este tema de manera exclusiva, si bien se pudo volver a tratar de paso en películas sobre la historia reciente de España. No obstante, lo que no se agotó fue el interés por la dinastasia que, desde varios aspectos, seguía siendo un “enigma”, como toda la vida del dictador, según el historiador Paul Preston. (168) Desde luego, los documentales habían colmado el hueco de la imagen ausente, pero de una manera clínica y con un punto de vista omnisciente exterior e insensible, más allá de su dramatización narrativa. En cuanto a las imágenes de Franco entubado publicadas en 1984 en La Revista, habían podido por cierto nutrir la pulsión escópica relacionada con ese evento hasta entonces sin imágenes, pero de manera parcial. En efecto, por un lado se trataba de un momento particular del proceso, al final del mismo, en un único lugar, el hospital de la Paz, y congelado en la frialdad insondable y muda de la imagen fija. Por otro lado, se trataba también, en cierto modo, de una mirada exterior distanciada, cuya perspectiva morbosa era susceptible de provocar cierto rechazo. La pulsión escópica por consiguiente distaba de haberse agotado, lo que demostró el hecho de que se produjeran posteriormente más relatos audiovisuales sobre el tema.

168. PRESTON, Paul, Franco, Caudillo de España, op. cit. En la introducción titulada “El enigma del general Franco”, observa que ”Francisco Franco es el menos conocido de los grandes dictadores del siglo XX”, lo que se debería “en parte a la cortina de humo creada por sus hagiógrafos y propagandistas” (p.13), por el hecho de que “reescribió su propia biografía con regularidad a lo largo de toda su vida” (p.15) y por “la distancia que Franco constantemente edificaba a su alrededor a través de omisiones deliberadas y silencios” (p.17).

Su renovación pasó por el uso de la ficción histórica. En los años 2000, habían pasado varias décadas desde el periodo contemplado, que parecía ya muy lejos y posibilitaba más fácilmente una perspectiva ficcional fundamentada en la reconstrucción de los hechos, pero que les encarnase. Desde luego, en esa década, tanto desde el cine como en televisión, en España como en otras partes del mundo, se había intensificado la producción de ficciones históricas. Los progresos tecnológicos derivados del desarrollo acelerado del mundo digital propician entonces una profunda renovación de la recreación audiovisual del pasado, en particular con el uso de nuevas categorías de trucajes que, aparte de permitir ambientaciones de un realismo inédito, rebajan los costes de producción. Por otra parte, en el ámbito del cine, para los productores, las películas históricas son susceptibles de atraer al público en las salas por su carácter espectacular cuando se proyectan en la gran pantalla. En televisión, la entonces reciente liberalización del mercado y multiplicación de canales, unidas al incremento del consumo de las series estimulan la producción de ficciones, un producto muy atractivo en términos de audiencia, en particular las históricas. En España, los relatos del pasado, en el cine y en la televisión, abarcan muchas capas temporales, desde la Edad Media hasta el pasado reciente, pero ocupan un lugar relevante las que conciernen el tardofranquismo y la Transición.

De hecho, desde principios de los noventa, Gregorio Morán pedía una revisión del modelo historiográfico canónico sobre la Transición, que se había asentado tanto en la producción académica como en la historia mediática. (169) Si algunos historiadores habían vuelto también ya de manera crítica sobre ella, habría que esperar el final de la década para que la renovación historiográfica en torno al periodo se generalizara, integrando no solamente otras miradas, desmitificadoras, sino también desvelando nuevas fuentes (por ejemplo sobre la violencia y la represión) o considerando a nuevos tipos de actores, hasta entonces excluidos. (170) Son varios los motivos que explican ese cambio de rumbo, entre muchos, la vuelta, en 1996, de la derecha al Gobierno, con José María Aznar que lanza la expresión “segunda Transición”, la popularidad de una producción ensayística seudohistórica de corte revisionista y conservadora (171) contra la que se van a posicionar los historiadores, y sobre todo la emergencia de una corriente que, desde la sociedad civil, se expresa a favor de la recuperación de la memoria histórica. La Ley 52/2007, “por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura”, promulgada bajo el mandato del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que sustituye a Aznar en 2004, es una traducción política de la reconsideración, en el ámbito político, de ese “pasado que no pasa” al que ya hemos aludido.172 Desde el punto de vista de la producción audiovisual, este contexto determina también la emergencia de nuevas miradas sobre el pasado reciente, y en particular sobre la muerte de Franco.

169. MORÁN, Gregorio, El precio de la Transición, Barcelona: Planeta, 1992.
170. Sophie Baby precisa: “En plus de déconstruire ce récit canonique, l’historiographie accorde désormais davantage d’attention à ceux qui en étaient exclus et revalorise l’étude des marges: marges politiques (histoire des groupes antifranquistes tels les anarchistes, marges sociales (histoire des femmes et du féminisme, histoire de la mobilisation populaire et des mouvements sociaux de tous types, tels ceux des homosexuels ou des prisonniers), marges territoriales (foisonnement des études locales financées par les communautés autonomes)”, en BABY, Sophie, “La mémoire malmenée de la transition espagnole à la démocratie”, Vingtième Siècle. Revue d’histoire 2015/3 (N° 127), pages 42 à 57, § 33. <https://www.cairn.info/revue-vingtieme-siecle-revue-d-histoire-2015-3-page-42.htm#no48> [consulta: 11-01-2020].
171. Por ejemplo MOA, Pío, La transición de cristal: franquismo y democracia, Madrid: Libros libres, 2010.


Los tres relatos audiovisuales que vamos a presentar aquí, realizados todos en el transcurso de los años 2000, ficcionalizan las últimas semanas de la vida de Franco fundamentándose en la reconstitución de los hechos, nutrida de toda la información existente. Aunque son muy diferentes en sus respectivos propósitos, comparten una característica, la de ubicarse desde la perspectiva de la revelación de una intimidad que no dejó huellas y que la imaginación va a suplir, cumpliendo con la pulsión escópica. Dos de esos relatos lo hacen a partir del género del biopic: ¡Buen viaje, Excelencia! de Albert Boadella (2003), un largometraje cinematográfico, concebido bajo el signo del humor negro y de la sátira y 20-N. Los últimos días de Franco de Roberto Bodegas (2008), una mini serie en dos episodios de corte dramático. El tercer relato significativo es sometido a un mismo imperativo de revelación de la privacidad, pero no adopta el punto de vista biográfico sino que contempla la recepción y percepción del evento por los españoles de la calle. Se trata del episodio titulado “Españoles, Franco ha muerto” de la célebre serie Cuéntame cómo pasó (2007) [...]


 ¡Buen viaje, Excelencia! (Albert Boadella, 2003):
“paliar una frustración”



¡Buen viaje, Excelencia! (Alberto Boadella, 2003)



De manera general, el tema de la muerte del líder como “trauma nacional” se suele asociar en su momento con unas narraciones de índole dramática, sea en el marco hagiográfico de los discursos propagandísticos (el caso de Stalin es a este respecto casi paradigmático), sea en una perspectiva desmitificadora (por ejemplo para Mussolini). La dimensión dramática es también dominante en las representaciones posteriores del evento.176 En el caso de España, hemos visto cómo, muy temprano, unas representaciones alternativas de la agonía y muerte del dictador ya ofrecían una visión grotesca del evento, en particular desde la ficción con Hic digitur dei de Antoni Martí. Sin embargo, esta película realizada en el ámbito del cine marginal catalán de la época y exhibida en unos circuitos no comerciales, no había llegado al gran público. La película ¡Buen viaje, Excelencia! de Albert Boadella, estrenada en el año 2003, casi treinta años después de la muerte de Franco, y que cuenta los últimos momentos de la vida del dictador, dramáticos porque se trata de su declive, hace eco de cierta manera a la forma humorística presente en Hic digitur dei. En efecto, elige para narrar ese evento dramático un tratamiento cinematográfico en clave de humor que se fundamenta en el género de la comedia, dando lugar a una auténtica tragicomedia moderna. La perspectiva es muy distinta, no solamente porque la película se ubica en el marco de un circuito industrial tradicional, sino también porque la relación con el evento, casi treinta años después, se hace de manera retrospectiva, desde la memoria. “Paliar una frustración” es, como veremos, el papel que le atribuye el cineasta a esta película, y también lo que constituye la profunda originalidad de su reelaboración narrativa del “trauma nacional”.

Después de la muerte de Franco, algunos largometrajes ya se habían empleado en derribar simbólicamente la estatua de Franco proponiendo una visión crítica de la figura del Caudillo. Dos documentales se estrenaron en plena transición, Caudillo de Basilio Martín Patino, una película de montaje empezada en el tardofranquismo pero que se estrenaría en el año 1977, que repasaba a la luz de una ironía mordaz la biografía de Franco, y Raza, el espíritu de Franco (1977) de Gonzalo Herralde, una original y desmitificadora aproximación a su vida mediante la confrontación entre imágenes de la película Raza, procedente de un texto literario suyo, y testimonios del actor principal de esta ficción y de la propia hermana de Franco. (177) Habría que esperar a los años de democracia para que este afán desmitificador utilizara la vía ficcional con, por ejemplo, Dragón rápide (Jaime Camino, 1985), Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1988) o Madregilda (Francisco Regueiro, 1993). Estos dos últimos títulos proponían además una mirada crítica fundamentada en el uso del humor que se vinculaba obviamente con una dimensión carnavalesca. (178) La película ¡Buen viaje, Excelencia!, del catalán Albert Boadella, estrenada en 2003, se entronca claramente con esta vertiente desmitificadora. Sin embargo, la gran novedad que supone es que su tema principal es la agonía y muerte del Caudillo, que a priori no invitaban a la risa [...]

177. Ver al respecto GUBERN, Román, “Tres retratos de Franco”, Archivos de la Filmoteca, n° 42-43, vol. II octubre 2002-febrero 2003, pp.144-155.
178. Ver al respecto BERTHIER, Nancy, “Ser o no ser Franco: naturaleza y función de la risa en Espérame en el cielo”, Archivos de la filmoteca, n° 42-43, vol. II, octubre 2002-febrero 2003, pp.156-171 y GARCÍA LÓPEZ Sonia, “Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en Madregilda”, Archivos de la Filmoteca, n° 42-43, vol. II, octubre 2002-febrero 2003, pp.173-185.




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