Botonera

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21.11.20

XIII. "EN LOS MÁRGENES DE LA HISTORIA DEL CINE. UN BLOG COMME LES AUTRES", Jesús Cortés, Valencia: Shangrila 2020.




ARCADIA
La noche deseada (Otto Preminger, 1967)


La noche deseada (Otto Preminger, 1967)


[...] Pudiera parecer, vista ahora, la típica película mal acogida porque fue vendida de la forma equivocada, y que debe su mala fama a una decepción generalizada por ser lo que no se esperaba. Algo de ello hay, porque este caliente drama sureño es una tardía incursión en el género de la americana sin efluvios, pese a su envoltorio a lo Tennessee Williams, que era lo que entonces estaba de moda o lo que estuvo, lo cual empeoraba las cosas. Quizá guarde mejor relación con filmes de pésima o nula reputación como Parrish (1961), de Delmer Daves; Esta tierra es mía (This earth is mine, 1959), de Henry King; y Una isla al sol (Island in the sun, 1957) de Robert Rossen. Filmes sobre los que todavía pesan coletillas como la de ser demasiado melodramáticos para ser buenos melodramas, y directores sobre los que pesan parecidas acusaciones de maniqueos, simplistas y afectados.

Filme apasionado, más denso que tenso, como solían ser los suyos, atrevido y antiracista. Situado en la posguerra pero rodado en 1966 y estrenado en 1967, justo el ínterin donde nace el Partido Panteras Negras y justo cuando se empieza a hablar en todas partes del Black Power. Interpretado por los jóvenes y atractivos, pero turbios cuando no despreciables, Michael Caine y Jane Fonda. Un filme que ya lo quisiera para sí la industria norteamericana actual. Primera victoria había certificado, de nuevo y por si quedaban algunos ángulos rezagados, la conquista de algo que se acerca a un concepto posible de cine total, que hunde sus raíces en la Historia pero que habla siempre en presente, que se incorpora a lo que narra adelantándose incluso a los acontecimientos venideros, una reflexión instantánea, clarividente sobre hombres y mujeres, instituciones, la patria y sus avatares. Enfoque poco transitado desde David W. Griffith, donde ni siquiera John Ford y Raoul Walsh aspiraron a plantar la bandera pudiendo haberlo hecho, y alcanzado por otros medios y en otras latitudes en ignotos filmes de Roberto Rossellini que bullían en las sombras [...]





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