Prefacio
Walter Benjamin
Descubrí a Walter Benjamin en torno a 1978, cuando comencé a trabajar sobre el mesianismo revolucionario en la cultura judía de Europa central. Me afectó sobre todo, como un golpe de puño, el descubrimiento de las tesis “Sobre el concepto de historia” (1940), tal como lo relato en el que libro que dediqué a ese documento único, al que considero uno de los textos más importantes del pensamiento crítico desde las Tesis sobre Feuerbach, de Marx (1845). (1) En mi itinerario intelectual, hay un antes y un después de esta iluminación profana.
1. LÖWY, Michael, Walter Benjamin. Avertissement d’incendie. Une lecture des Thèses “Sur le concept d’histoire”, segunda edición, París: L’éclat, “L’éclat/poche”, 2018 [trad. cast.: Walter Benjamin, Aviso de incendio, Buenos Aires: FCE, 2003].
A partir de entonces, comencé a leer, estudiar, debatir y rumiar muchos otros escritos de Benjamin, intentando comprender mejor su recorrido espiritual y político. Los ensayos reunidos en este volumen son el producto de ese intento ¡que se extiende a lo largo de dos siglos (el S. XX y el S. XXI)! Por supuesto, han sido ligeramente modificados y actualizados para esta edición. Como puede advertirse al leer el índice de este libro, los temas abordados son extremadamente diversos y dan fe de una lectura muy selectiva: algunos de los escritos más importantes o más conocidos de Benjamin ni siquiera se mencionan.
¿Existe un hilo conductor (en el sentido eléctrico del término) en este conjunto arbitrario, heteróclito y heterogéneo? Tal vez. Si hay un denominador común, una problemática transversal, una brújula imantada, es probablemente la idea de revolución en Walter Benjamin. ¿Se trata entonces de una lectura política de (algunos) de sus escritos? Sí, a condición de entender la política no en el sentido habitual –la acción de los Estados, el rol de las instituciones, las elecciones, el Parlamento, etc.– sino en los términos singulares propios del autor de las tesis: la memoria histórica de las luchas y las derrotas, el llamado a la acción redentora de los oprimidos, inseparablemente social, política, cultural, moral, espiritual, teológica. Bajo esta forma, que no es la de los politólogos ni la de los partidos políticos ni la de los administradores de la gobernanza, la “política” está presente en todas las reflexiones de Benjamin abordadas en esta recopilación; no solo las reflexiones sobre Marx, o el anarquismo o el capitalismo, sino también las relativas al surrealismo, la teología, el urbanismo de Haussmann, la naturaleza como madre generosa o la historia de América Latina.
Desde 1924, con la lectura de Historia y conciencia de clase (1923), de György Lukács, y el encuentro con la bolchevique letona Asia Lacis, el marxismo –o el “materialismo histórico”– se tornará un elemento esencial del pensamiento de Benjamin, o más bien de su Sitz-im-Leben, su “posicionamiento vital”. Al mismo tiempo, como trataremos de demostrarlo, la dimensión anarquista no desaparecerá de su horizonte intelectual sino que se articulará bajo diferentes formas con el legado marxiano. Lo mismo sucede con su visión romántica del mundo y su relación profunda con el mesianismo judío, puesta en evidencia, a justo título, por su amigo Gershom Scholem.
La mayoría de estos ensayos se vinculan, de una manera u otra, con su reinterpretación del marxismo, perfectamente heterodoxa, altamente selectiva y, a veces, maravillosamente arbitraria. Es raro que Benjamin critique a Marx: critica sobre todo a sus epígonos, socialdemócratas o, tras 1939, estalinistas. No obstante, una de las raras tomas de distancia explícitas hacia el autor del Manifiesto Comunista es importante. Concierne a la nueva definición de revolución propuesta por Benjamin, más como “freno de emergencia” de un mundo que corre hacia su perdición que como “locomotora de la historia mundial”. Por eso la hemos elegido como título de este libro.
Esto no quiere decir, por cierto, que sus escritos políticos pre-marxistas carezcan de interés. Uno de los textos más interesantes, más actuales, más feroces, más contundentes, es el fragmento “El capitalismo como religión” (1921), absolutamente extraño, si no hostil, a Marx. En este texto, Benjamin se refiere especialmente a Max Weber, pero pienso que podemos situarlo en el universo político-teológico del ateísmo religioso anarquista propio, entre otros, de Gustav Landauer, al que nos referiremos aquí.
Este aspecto “político” está lejos de ser su único centro de interés. Sus investigaciones filosóficas o literarias, sus curiosidades, sus pasiones, son infinitamente diversas; incluyen no solo el romanticismo alemán (tema de su tesis de doctorado) y el drama barroco (tema de su tesis de habilitación para la docencia, rechazada por la universidad) sino también las teorías del lenguaje y de la traducción, los recuerdos de infancia, los libros y los juguetes infantiles, el cine, los pasajes parisinos, la moda y, por supuesto, la literatura, de Goethe y Hölderlin a Dostoievski y Brecht, o las cuestiones relativas al judaísmo y al mesianismo (una lista evidentemente no exhaustiva).
Sin embargo, si expurgamos de su pensamiento la dimensión subversiva, revolucionaria, insurreccional misma, como es el caso, y lamentablemente muy a menudo, en los trabajos académicos sobre su obra, nos perderemos algo esencial, precioso e inestimable, que hace de Walter Benjamin un personaje singular, único incluso, un cometa en llamas que atraviesa el firmamento cultural del S. XX antes de naufragar en Portbou, a orillas del mar Mediterráneo. El objetivo de esta modesta recopilación es contribuir a poner en evidencia ese componente explosivo de su alquimia filosófica.