Botonera

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24.5.23

XIII. "UNA VUELTA MÁS", REVISTA SHANGRILA Nº 42-43, Valencia: Shangrila, 2023.




TOMORROW, AND TOMORRROW AND TOMORROW:
NIEBLA, BRUJAS Y CIRCULARIDAD EN MACBETH
[Fragmento inicial]

Marta Piñol Lloret



 
De arcilla y telarañas: una historia de predestinación

Brujas, profecías, tormentas, truenos y graznidos. Y, por encima de todo, niebla. Un blanco espesor que oculta, sumerge y prolonga el miedo y la ambición en el espacio, así como sus causas y sus consecuencias. Una bruma que cubre el paisaje hasta eliminarlo, como la codicia nubla la mente y abre paso a la duda; a una vacilación que se resuelve en dagas, en ríos de sangre, en matar a los inocentes y en penetrar en un tiempo/espacio ajeno, distinto. “Lo bello es feo y feo lo que es bello; la niebla, el aire impuro atravesamos” (1) es la última frase que pronuncian las brujas antes de irse y de que concluya la primera escena del Acto I de Macbeth.

1. SHAKESPEARE, William, Macbeth, Madrid: Cátedra, 2021, p.61.

Un tiempo en el que el destino y las decisiones personales se mezclan, donde los augurios, la muerte y la descendencia conforman los peldaños de un insaciable deseo de alcanzar el poder y permanecer en él. Un afán por vencer el tiempo, por postergarlo en un legado que no existía y que ahora es un reguero de asesinatos. La historia de Macbeth es una historia de niebla, de un velo que cubre las vidas y que las sitúa en un espacio/tiempo distinto, en una cadencia repetitiva en la que la reflexión y la decisión se desvanecen y dan lugar a una circularidad.

Macbeth, que debería ser el héroe, se convierte en un asesino al conocer unas profecías. Tales augurios se cumplen porque el destino está escrito y las tres “hermanas fatídicas” lo conocen. ¿O es Macbeth quien los ejecuta porque, en tanto que desea ese destino, lo provoca? Una circularidad, un uróboros de causas-consecuencias que pone en duda los porqués al subordinar el cómo a un deseo, al querer cumplir un supuesto destino. Un hado vaticinado por tres criaturas demoníacas que, mediante sus profecías, siembran la ambición en Macbeth y luego en su esposa. Sin que haga nada se cumple la primera profecía –deviene barón de Cawdor–, pero para que acontezcan las demás es él quien mata al rey Duncan y hace asesinar a Banquo y a la familia de Macduff.

A pesar de todo, Macbeth es presentado como asesino, pero no como emblema del mal. Ese rol lo desempeñan las brujas, unos seres que en la época en la que se escribió esta tragedia tenían un gran protagonismo, ya que es el período de la caza de brujas y se consideraban una encarnación del mal. Por tanto, se entendían como algo real y presente en nuestro espacio/tiempo. En este sentido, sobresale el libro Daemonologie, In Forme of Dialogue, Divided into three books, publicado en 1597 por el rey Jacobo VI de Escocia, un volumen que trata sobre la nigromancia y la adivinación, así como aborda la demonología y se posiciona a favor de la caza de brujas. Hay conexiones entre esta publicación y la obra que nos concierne, radicadas en la magia que usan las tres brujas y las citas de testimonios de juicios. Además, el vínculo es obvio si tenemos en cuenta que este monarca era patrón de la compañía teatral de Shakespeare. También en el siglo XVI existía cierto escepticismo hacia estas criaturas, tal como lo demuestra el libro The Discoverie of Witchcraft (1584), de Reginald Scott, que las considera fantasías y que molestó al citado rey. Hay autores, como es el caso de Stephen Greenblatt, que sostienen y argumentan que Shakespeare conocía la Daemonologie –y otras obras clave en este sentido como el Malleus maleficarum, de 1487 (2)– así como la citada de Reginald Scott, de modo que podía ahondar en esa ambigüedad y plantear si los acontecimientos se deben al destino o a las acciones individuales. (3)

2. Greenblatt, Stephen, “Shakespeare bewitched”, Cox, Jeffrey N., New Historical Literary Study: Essays on Reproducing Texts, Representing History, Reynolds, Larry J. (eds.), Princeton: Princeton University Press, 1993, pp.108-135.

3. Sobre la brujería en Escocia, resulta imprescindible la consulta de HEENDERSON, Lizanne, Witchcraft and Folk Belief in the Age of Enlightenment. Scotland, 1670-1740, Nueva York: Palgrave Macmillan, 2016.

Asimismo, encontramos a estos seres en la obra que constituye la principal fuente para el argumento de Macbeth: las Crónicas de Holinshed (1577), un texto que aborda la historia de las islas británicas. En este escrito aparecen las tres brujas, pero como hadas, ninfas o criaturas del bosque; es decir, no como seres abominables o físicamente repulsivos. Así lo atestigua la imagen en la que aparecen en la primera edición de esta obra y que corresponde al encuentro que tienen con Macbeth y Banquo; como puede advertirse, parecen mujeres de la corte y no criaturas del averno (figura 1).


Figura 1. Ilustración de Marcus Gheeraerts
Chronicles of England, Scotlande, and Irelande (Raphael Holinshed, 1577)


Desde 1778 varios autores han afirmado que algunos pasajes de Macbeth serían añadidos posteriores de Thomas Middleton, pues hay muchos puntos en común con su pieza The Witch (1613-1616). (4) Sin embargo, no es esto un estudio filológico, sino que nos interesa la imagen y el cine nos ha proporcionado diversas soluciones. De hecho, hay dos obras especialmente relevantes en cuanto a la conexión entre las brujas y el destino que provocan o pautan, dejando poco margen de libertad a Macbeth: nos referimos a Macbeth (Orson Welles, 1948) y Trono de sangre (Kumonosu-jô, Akira Kurosawa, 1957).

4. Taylor, Gary: “Empirical Middleton: Macbeth, Adaptation, and Microauthorship”, Shakespeare Quarterly, vol. 65, nº 3, 2014, pp.239-272.

En la versión de Welles se mantiene el número de tres, que nos retrotrae a las Parcas de la mitología romana o a las Moiras de la griega, es decir, a quienes determinan el destino de los humanos y, por eso, tejen los hilos. También son tres las principales Nornas, es decir, el equivalente de la mitología nórdica, a quienes corresponde el dominio del tiempo: Urð remite a lo que ha acontecido, Verðandi a lo que acontece ahora y Skuld a lo que tiene que acontecer, y entre las tres elaboran los tapices del destino bajo el fresno Yggdrasil.



Figuras 2-3. Macbeth (Orson Welles, 1948)


Sin embargo, las criaturas que presenta Welles no tejen, sino que llevan a cabo una actividad más cercana al vudú. La primera vez que las vemos es en el prólogo que anticipa los créditos. Aparecen en una ubicación de un gusto expresionista, pues están encima de una colina, cubiertas por una densa niebla (figura 2). En el siguiente plano vemos que moldean en una olla una figurita de arcilla a la que confieren el aspecto de un niño y le ponen una corona en la cabeza. La siguiente ocasión se produce cuando las encuentran Macbeth y Banquo, en plena tormenta, rayos, truenos y mucha niebla. Se dirigen a ellos desde una colina y les transmiten las profecías enseñándoles la figurita y levantándola hacia el cielo. Los planos de ellas tres de perfil (figura 3) resultan impactantes y recuerdan, no por una cuestión iconográfica sino por la similitud entre las tres y por moverse a la vez, a una pintura de Johann Heinrich Füssli (figura 4).


Figura 4. Johann Heinrich Füssli, The Weird Sisters, 1783


El hecho de que moldeen y coronen una estatuilla implica que el filme reduce el peso de las acciones de Macbeth y su esposa, pues de alguna manera ya se está invocando el destino al coronar a la figurita antes de que se cometan los actos.

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