Botonera

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14.6.23

II. "MAITE BLASCO. LOS ESCENARIOS DE LA SENSIBILIDAD", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila, 2023.


PREÁMBULO
Gabriel Porras


Maite Blasco



Maite Blasco ha significado entre las actrices españolas de los últimos cinco o seis decenios, un tipo y una personalidad no especialmente frecuentes. 

Por un lado, desde el punto de vista físico, su imagen se asimilaba mucho más con los estándares europeos de su tiempo, el momento en que inicia su andadura como actriz profesional alrededor de 1960, representados especialmente por ciertas actrices francesas y alguna italiana. Por otro, tanto por su estilo, maneras y, muy especialmente, por su particular gama expresiva, su voz y su comedido, pero muy expresivo, registro gestual, Maite Blasco supuso la llegada a las pantallas españolas, las grandes y las pequeñas (no olvidemos que fue auténtica pionera en ciertos trabajos televisivos), de un modo de afrontar la interpretación en el que la naturalidad era, por encima de otras consideraciones, el auténtico modus ponens interpretativo, tan alejado del frecuente retoricismo teatral que dominaba en buena medida las interpretaciones hasta entonces, tanto en los medios audiovisuales (cine, televisión y radio) como en la representación escénica en España.

Y no es que nuestra actriz empleara un determinado método o enseñanza aprendido en tal o cual escuela. Muy al contrario, pues a pesar de haberse iniciado en el mundo de la interpretación desde la niñez, como en su momento se verá, las características señaladas, emanan directamente de su propia personalidad, es decir, trasladándolas y acoplándolas a los personajes que, en cada ocasión, le ha sido encomendado encarnar. Sin forzar ni utilizar fórmulas más o menos rebuscadas y sin convertir la actuación en una transformación del personaje, más allá de lo que este es sobre el papel y lo que el autor ha querido expresar a través de él. Maite Blasco lo incorpora con una naturalidad que en modo alguno debe estar reñida con cada perfil y tipología, sino que, de manera suavemente natural, le presta su persona, su voz, su forma de expresar el sentimiento en cada caso. Es, sin duda, una peculiaridad que nace de la propia actriz y de su acercamiento a dicho personaje y que hace de ella, como de todos los grandes actores, un caso singular, único, podríamos añadir.

La carrera de la actriz ha tenido una continuidad solo rota temporalmente a mediados de los años sesenta por motivos personales, que supone buena parte de la historia del cine, el teatro y, muy especialmente, la televisión, en España. Cierto es que, como ella misma nos comentará enseguida, su periplo artístico se inicia con apenas nueve años en alguna de las compañías de teatro infantil más importantes de Madrid, en plena década de los años cincuenta, pero su trayectoria como actriz, digamos profesional o adulta, nace al doblar dicha década con la siguiente. Comenzó, siguió siéndolo más tarde y llega hasta el final de dicha carrera, eminentemente teatral. Los escenarios teatrales fueron su escuela y su fuente de aprendizaje, junto a grandísimos actores y actrices, en todo tipo de cometidos y sometida a la decisiva disciplina escénica, al estudio de los personajes, a los ensayos y la indispensable sujeción de los criterios que de la puesta en escena tuviese en cada caso el director correspondiente. Casi al tiempo, se inicia en los otros dos medios a los que se ha ceñido su amplia y variada carrera, el cine y la televisión. 

Maite Blasco daba, como pocas, el tipo perfecto de una mujer nueva. La chica joven, moderna y decidida, no exenta de cierta ingenuidad y bondad innatas, a la que tan bien se prestaba su físico y sus particulares dotes interpretativas. No llegó, con todo, a establecer un tipo que pudiera constituir cierto encasillamiento, es cierto, pero también lo es que los directores cinematográficos y los realizadores de televisión, encontraban en aquella chica de aspecto y ademanes tan dulces, que irradiaba una sensibilidad y un encanto palpables, el tipo idóneo para tantos personajes. Tiempo habrá de ir analizando muchos de aquellos trabajos, a los que Maite Blasco sabía imprimir su particular aporte creativo, convirtiéndolos en distintos, a pesar de pertenecer, desde múltiples puntos de vista, a la tipología de la chica joven, dulce, provista de cierto despiste, de mirada aniñada y siempre rebosante de encanto.

Abordar una carrera tan dilatada y al tiempo densa, es un ejercicio estimulante. Lo es por la carrera en sí, en la que se aúnan trabajos tan diversos como extraordinarias recreaciones de teatro clásico, comedias, dramas…, en sus diferentes modalidades, estilos y géneros, a lo largo de sesenta obras de teatro estrenadas que se multiplican en centenares de representaciones, de treinta y nueve películas y de nada menos que casi quinientos espacios de televisión pertenecientes a más de ciento veinte programas dramáticos. A ello habrá que añadir otras modalidades interpretativas que, aunque en menor número, igualmente han enriquecido una carrera tan amplia como la suya.

Se ha seguido un criterio estrictamente cronológico como corresponde a lo que quiere ser una biografía artística, con el que, además de ir descubriendo (muchas veces en el sentido exacto del término) tal cúmulo de trabajos, deteniéndonos con mayor intensidad en aquellos que obedecieron a circunstancias especiales, montajes de gran hondura y presencia de la actriz en títulos que, por su importancia literaria y repercusión artística, precisan de más atención, sin que ello signifique, como se habrá de comprobar, que unas etapas, determinados momentos y fases de esa carrera, deban disponer de preeminencia sobre otras, en lo que concierne al trabajo y al entusiasmo con los que Maite Blasco ha emprendido cada nuevo proyecto laboral.

Quiero dejar de manifiesto, como factor más relevante, que el presente libro cuenta con la participación directa y continua de la propia biografiada. Sus recuerdos y evocaciones se traducen en comentarios y declaraciones que forman la parte más espontánea y valiosa del mismo. Si todo trabajo de estas características conlleva un sistemático método investigativo (y este no puede ser distinto), el hecho de contar con el constante ejercicio de memoria por parte de Maite Blasco, con lo que supone de enfoque autobiográfico, le confiere una frescura que es, se debe decir, aspecto primordial.




    
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