Botonera

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23.10.23

VII. "CRIMEN, HUELLA Y REPRESENTACIÓN. ESPACIOS DE VIOLENCIA EN EL IMAGINARIO CULTURAL", Anacleto Ferrer Mas y Jaume Peris Planes (coords.), Valencia: Shangrila, 2023


"TODA LA PRISIÓN ERA UN RUGIDO CALLADO": NARRACIONES, ESPACIOS DE VIOLENCIA Y EXPERIENCIAS DE MUJERES EN CÁRCELES FRANQUISTAS

[Fragmento inicial]

Cristina Somolinos Molina

(Universidad de Alcalá / Universidade Nova de Lisboa)



1. Introducción (71)

En el primer tomo de testimonios recopilados por Tomasa Cuevas, se incluye el relato de María del Carmen Cuesta, que comparte las impresiones que le suscitó la película Fahrenheit 451:

Hace aproximadamente seis o siete años se pasó por la televisión una película, que tú habrás visto también, con el título de «Fahrenheit 451». A mí me causó un impacto tremendo porque, si tú recuerdas el tema, sabes que la trama es de un país represivo, donde hay una dictadura tremenda hacia la cultura con un cuerpo especial de bomberos que se dedica a la destrucción de todos los libros que encuentran. […] Yo cuando vi esta película me causó un impacto tremendo porque pensé que éramos cientos, más que cientos, miles de mujeres que, como en esa película, guardábamos también en nuestras mentes unos profundos testimonios; unos testimonios que también esperábamos confiadamente que pudieran salir en un momento determinado y poder llenar todas las páginas de la historia, de esa historia que fue la época más larga, más negra y más brutal de nuestro país: la historia del fascismo (Cuevas 1985a, 178).

71. La preparación de este trabajo se ha realizado en el marco de una ayuda postdoctoral «Margarita Salas» convocada por la Universidad de Alcalá en el seno del programa de Recualificación del Profesorado Universitario.

En su primer visionado, la película evocaba para la narradora del testimonio la mordaza que impedía hablar de la represión franquista y que dejaba en la sombra estos relatos femeninos de las experiencias de la cárcel. El hecho de volver a encontrarse con la película años después, ya en el momento de la narración, le hacía pensar en la «imponente losa que pesaba sobre nosotros» (Cuevas 1985a, 179), que limitaba los debates públicos en torno a la represión y las consecuencias de la dictadura. En una línea similar, Juana Doña, represaliada de la dictadura franquista, hacía referencia en su libro Desde la noche y la niebla, escrito en 1967, pero publicado en 1978, a la desigual atención que habían recibido hasta ese momento las memorias de las mujeres en las cárceles franquistas: «Se contaban las epopeyas de las cárceles masculinas y las heroicidades de sus protagonistas, se rompía el cerco de la censura y en la más negra clandestinidad se divulgaban acciones y sufrimientos protagonizados por los luchadores-hombres. Rara vez se hablaba o escribía sobre las heroicidades de las luchadoras-mujeres» (Doña 1978, 16).

A partir de esta necesidad de llenar el vacío en torno a las experiencias femeninas de las prisiones, se publicaron, durante los años que siguieron al final de la dictadura franquista, relatos testimoniales que recogieron la experiencia de las mujeres en las prisiones franquistas (Hernández Holgado 2015, 297-300). Se trata de textos como, entre otros, Cárcel de Ventas, de Mercedes Núñez, publicado en París en 1967 y reeditado en 2016 en la editorial Renacimiento, bajo el título El valor de la memoria: de la cárcel de Ventas al campo de Ravensbrück, el libro de Juana Doña ya citado, los tres volúmenes de Tomasa Cuevas que contienen las entrevistas que ella misma realizó a las compañeras y camaradas con las que compartió presidio, el testimonio de Carlota O’Neill, Una mujer en la guerra de España, publicado por primera vez en España 1979, y otros textos que no suponen testimonios directos sino que cuentan con la mediación de un periodista o investigador, como es el caso del libro de Consuelo García, Las cárceles de Soledad Real, publicado en 1982, o El daño y la memoria: las prisiones de María Salvo, recopilado por Ricard Vinyes en 2004. Se publicaron asimismo otros testimonios referidos a la represión y experiencias en cárceles del tardofranquismo, como es el caso de los textos de Lidia Falcón En el infierno: ser mujer en las cárceles de Franco (1977), de Eva Forest, Diario y cartas desde la cárcel (1975) o Celda común, de Dolores Medio (1996). También en las últimas décadas ha tenido un gran desarrollo la historiografía que ha explorado la represión diferenciada a la que tuvieron que enfrentarse, así como sus vivencias en las cárceles y la complejidad de la experiencia carcelaria (Vinyes 2002; Hernández Holgado 2003; Egido y Montes 2018; Sierra Blas 2016, entre otros). 

Entre estos textos, resulta interesante atender a las diferencias en los proyectos de articulación testimonial que existen entre la autodenominada «novela-testimonio» de Juana Doña, Desde la noche y la niebla. Mujeres en las cárceles franquistas, que recoge las memorias de su autora en su periplo por varias prisiones del franquismo, escrito en el año 1967 pero publicado en 1978, y la trilogía de Tomasa Cuevas, formada por Cárcel de mujeres (1939-1945) (1982); Cárcel de mujeres. Ventas, Segovia, Les Corts (1985) y Mujeres de la resistencia (1986). A pesar de que se trata de textos de distinta naturaleza, pues Juana Doña decide narrar su testimonio a través del molde de la novela y Tomasa Cuevas recoge testimonios orales de compañeras que después son transcritos y ordenados en los tres volúmenes que finalmente se publican, estas obras surgen de un impulso paralelo, de una necesidad similar de combatir el marco de desmemoria que estaba implantándose en España tras la Ley de Amnistía de 1977, que impidió la posibilidad de juzgar a torturadores y perpetradores de violencia durante el franquismo, y son textos que, al narrar experiencias similares, establecen diálogos entre sí. De esta forma, cumplen con la función que señala Forcinito (2012, 13) para los relatos testimoniales: la reconstrucción de sujetos olvidados y memorias excluidas, ya sea que hayan sido silenciadas por el autoritarismo estatal o por su secuela en las democracias de transición.

En el caso de Juana Doña, la motivación que ella misma señala a la hora de escoger el marco de la ficción para dar vehículo a su narración tiene que ver con su situación de militante clandestina en el momento de la escritura, el año de 1967: «entonces decidí hacerlo en forma de novela con nombres supuestos, pero quiero dejar constancia que ni uno solo de los relatos que se cuentan aquí son producto de la imaginación» (Doña 1978: 16). Por su parte, Tomasa Cuevas reconoce en el prólogo al primero de los volúmenes que su limitada alfabetización no le permite dejar por escrito su propio testimonio pero, en lugar de ello, considera que puede dar cuenta de su experiencia a través del medio oral: 

Muchas veces me han dicho: ‘¿por qué no escribes?’. Pero yo no estoy en condiciones de escribir, pues, como se suele decir, justo sé hacer la O con un canuto. Pero, a fuerza de insistir, al final he decidido hablar: cómo ha sido mi vida desde niña, por qué llegué al partido y la vida de las cárceles. Esto lo puedo hacer hablando cada vez que tengo un ratito libre y me pongo ante el magnetófono para recordar las cosas que han pasado ante mí y por mí (Cuevas 1985a, 13).

Sin embargo, ambos testimonios comparten el haber sido escritos de forma retrospectiva: es una vez que sus protagonistas salen en libertad cuando se plantean su escritura, organización y publicación, lo que implica una dimensión afectiva contemporánea al momento de la escritura pues, como señaló Labanyi (2019, 321), la memoria no es un fragmento del pasado que espera escondido a ser recordado, sino un proceso que opera en el presente y que inevitablemente da una versión del pasado teñida por las emociones presentes y afectada por todo tipo de interferencias de las experiencias y conocimientos posteriores. Además, ambos se editaron en forma de libro y circularon paralelamente, ante los intentos de borrar y blanquear el patrimonio de la resistencia antifascista y de sus luchas. Se trata, por tanto, de un ejercicio de construcción de una memoria de vida para dar a conocer a las generaciones futuras las dimensiones de la experiencia carcelaria.

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