Botonera

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14.3.24

III. "PREFERENCIAS", Julien Gracq, Valencia: Shangrila, 2024

 

Nota del traductor

GRACQ Y LA FRASE INSUBORDINADA

Manuel Arranz


Julien Gracq


Es el libre movimiento orientativo de la frase lo que me guía, y no las sólidas suturas de la sintaxis francesa. (…) Mi inclinación natural es dar a cada proposición, a cada miembro de la frase, el máximo de autonomía, como pone de manifiesto el uso creciente de los guiones, que suspenden la constricción sintáctica…” (Leyendo escribiendo).

La gramática, el diccionario, la Academia, le bon usage, “no hay ninguna razón para estar en contra –basta con estar fuera”. (Capitulares) Basta con permanecer al margen.

Porque no hablamos como pensamos ni escribimos como hablamos. Traducimos instintivamente los intrincados y escurridizos procesos de pensamiento a secuencias gramaticales lógicas y convencionales. La prosa de Gracq subvierte la lógica textual de los enunciados.


A su manera

Desde fuera, frase a frase, palabra a palabra, prudentemente, como quien desactiva un artefacto que puede explotar en cualquier momento, traducimos la exuberante y poco común prosa de Julien Gracq, respetando su particular y alambicada sintaxis, sus laberínticas e interminables frases, respetando su especial puntuación, sus guiones, sus comillas, sus cursivas, con los que escande la frase llevándola, en ocasiones, al paroxismo del significado, sus metáforas, sus imágenes, sus comparaciones, sus elipsis y elisiones… Su ritmo, su cadencia, su prosa, su estilo, su manera. Gracq inventa la frase insubordinada. Una oración subordinada de otra oración subordinada que es a la vez subordinada de otra también subordinada. Cuanto más cerca estamos del sentido, más lejos, y cuanto más lejos más cerca. Traducir a Gracq es traducir su manera.

Aquello que jamás ha sido dicho de esta manera, jamás ha sido dicho: este es el axioma secreto al que se remite sin discusión el auténtico literato”. (Noeuds de vie) Axioma que contradice, a la vez que desmiente, el lugar común por antonomasia de que todo ya ha sido dicho alguna vez, de que todo son variaciones sobre un mismo tema. Variaciones sobre variaciones. Variaciones sobre variaciones sobre variaciones.

Todo ya ha sido dicho alguna vez, pero no de esta manera. Quien solo dice la verdad, no dice toda la verdad.

Hay maneras de escribir y hay maneras de leer. “La manera de leer de los viejos no es la misma que la de la juventud o la de la primera madurez”. (Noeuds de vie) Tampoco es la misma la manera de escribir. Esa continua lucha contra la sintaxis para liberar a la frase de sus servidumbres.

Le bastaron a Julien Gracq unas pocas novelas y otros tantos volúmenes de ensayos literarios para ocupar pronto un lugar de excepción en las letras francesas. Un no-lugar sería tal vez más exacto. Sus ensayos literarios, ya se trate de un autor (Chateaubriand, Lautréamont, Jünger, Rimbaud) de una obra (Sobre los acantilados de mármol, Bayaceto, Pentesilea, Beatriz de Bretaña) o de un movimiento (el surrealismo, el romanticismo) tienen la rara virtud de ser a la vez críticos y literarios.

Leer a Gracq, sus novelas, sus ensayos, hoy que cualquier novelista que se precie, ¿y qué novelista no se precia?, escribe una novela al año, mientras la crítica recibe con alborozo al nuevo Proust, la lectura de Gracq, un modelo de honestidad, de rigor, de sabiduría, es como una ráfaga de aire fresco en el enrarecido ambiente literario de nuestros días.