Cuentos de Tokyo, Yasujiro Ozu, 1953 / Tokyo Ga, Wim Wenders, 1985
El cine es drama, no accidente
Yasujiro Ozu
Hay lágrimas en el cine
El homu dorama, o drama doméstico, llegó a ser el sello distintivo más característico de Shochiku, la compañía en la que Yasujiro Ozu realizó la mayor parte de su obra. Derivado del shomin geki, o películas sobre gente corriente, el género centra su atención en las pequeñas vicisitudes que sufren los protagonistas dentro de un entorno cotidiano y familiar. Aunque pueden discurrir en entornos rurales y urbanos, en el caso de Ozu la mayoría de sus dramas se sitúan en las ciudades, y particularmente en la gran capital japonesa. El shomin geki de Ozu es un relato genuino del viejo Tokio, y de su rápida transformación a consecuencia de los nuevos tiempos.
Los homu dorama de Ozu se distinguen por su delicado balance entre drama y comedia, en su propósito de representar la vida en su auténtica esencia: jocosa y divertida, pero al mismo tiempo amarga y cruel. Shiro Kido, el director de la compañía, recomendaba a sus guionistas y directores la fórmula magistral del melodrama: dos tercios de risas y un tercio de lágrimas. Unas y otras conviven estrechamente, porque ambas forman parte de una misma experiencia, única e irrepetible.
Las tragicomedias domésticas de Ozu, sobre las cuales el cineasta labró su prestigio, fueron el taller en el que experimentó técnicas y maduró su estilo. Las tramas de sus películas, pese a ser más elaboradas de lo que a menudo se dice, se ven reducidas al diáfano marco de lo cotidiano. Y siempre rehúyen de giros enrevesados o de una acción que se salga de lo estrictamente cotidiano y reconocible. Los pequeños dramas familiares de Ozu son consecuencia, a menudo, del despiadado fluir del tiempo, que ocasiona y acentúa las fisuras entre abuelos, padres e hijos. Las familias se separan, los hijos se casan, los padres mueren; y todo ello al tiempo que el país se ve sometido a un continuo e imparable proceso de transformación. La nostalgia por el lejano país natal, o furusato, es patrimonio exclusivo de los ancianos, o de los jóvenes que conservan los valores tradicionales. De este modo las familias de Ozu se debaten entre violentas tensiones centrífugas y centrípetas que provocan una continua sensación de evanescencia y de inestabilidad. Toda la experiencia de la vida está sometida a pequeños cambios, casi imperceptibles, que van desvelando una realidad esencialmente mutable, impermanente.
De este modo el melodrama doméstico de Ozu nace de un reconocimiento: la vida es efímera; el tiempo discurre veloz como el paso de un tren. Los personajes a menudo se enfrentan con la muerte o con su proximidad, pero aceptan este hecho con resignación. Y sobre estos fundamentos se construye una de las obras más bellas, sensibles y misteriosas de toda la historia del cine (...)
Asunto de lágrimas
Antonio Santos en Lágrimas 1