Botonera

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4.7.19

IV. "LA ORGÍA DE LOS MUERTOS. HISTORIA DEL CINE DE ZOMBIS ESPAÑOL", Rubén Sánchez Trigos, Shangrila 2019"




Introducción
MUERTOS, INFECTADOS Y POSEÍDOS

y III




[...] En primer lugar, la compleja relación que el cine de terror español mantiene con el cine de terror foráneo, y que condiciona consistentemente cada uno de sus ciclos. Como Lázaro-Reboll advierte, “cualquier historia crítica del cine de terror español debe extenderse más allá de las historias del cine español y debe ser vista como parte de los flujos culturales transnacionales y de las tradiciones internacionales del cine de terror”. (59) Si, como trataré de demostrar en estas páginas, el cine de zombis producido en España comparte características cardinales con las corrientes y tradiciones extranjeras del género en cada uno de sus ciclos (el cine exploitation europeo en el caso de los años 60 y 70, el cine transnacional de terror en el de la última década), cualquier estudio del zombi en nuestra cinematografía debe empezar por poner en relación la filmografía de cineastas como Naschy, Franco, Jaume Balagueró o Paco Plaza con sus homólogos internacionales, y reconociendo en esta correlación una geografía cultural común. Esto implica una reevaluación de las principales teorías sobre el cine de terror llevadas a cabo por Andrew Tudor (60), Peter Hutchings (61), Robin Wood (62), Mark Jancovich (63) o Joan Hawkins (64) entre otros, a fin de examinar su posible pertinencia con respecto al caso español. Esta relación, por fortuna, ya está siendo abordada en los últimos años por parte de autores como Cathill y Tombs (65), Ian Olney (66), Steven J. Schneider (67) o Ernest Mathijs y Xavier Mendik. (68) Dichos autores han implantado nuevos enfoques con que aproximarse al cine popular de terror producido en Europa desde los años 60 (el llamado cine exploitation), en el que el cine español ocupa un papel destacado. Sus provocativas conclusiones sugieren, como repasaré en este trabajo llegado el momento, una lectura subversiva, postmoderna y contracultural por parte de estas películas de las normas cinematográficas determinadas por el canon crítico tradicional para el mainstream. Estos estudios nos serán de gran ayuda a la hora de abordar la representación del zombi en el cine español de los años 60 y 70, es decir, en la denominada edad de oro del cine exploitation, en la medida en que proporcionan las bases teóricas desde las que acercarse a la representación de cualquier personaje tipo y cualquier género abordado por el cine europeo popular en estas décadas.


59. Ibidem. p.3.

60. TUDOR, Andrew. Monsters and Mad Scientists: A cultural history of the horror film. Oxford: Blackwell, 1989. 

61. HUTCHINGS, Peter. The horror film. Edinburgh: Pearson Education Limited, 2004.

62. WOOD, Robin. ‘The American Nightmare: Horror in the 70s’, en Hollywood from Vietnam to Reagan and Beyond. New York: Columbia University Press, 2003.

63. JANCOVICH, Mark (ed.) Horror, The Film Reader. London: Routledge, 2001.

64. HAWKINS, Joan. Cutting Edge: Art-Horror and the Horrorific Avant-Garde. Minneapolis: University Minessota Press, 2000.

65. TOHILL, Cathill y TOMBS, Peter. Immoral Tales: European Sex and Horror Movies 1956-1984, op.cit.

66. OLNEY, Ian. Eurohorror. Indiana: Indiana University Press, 2013.

67. SCHNEIDER, Steven J. 100 European Horror Films, op cit; SCHNEIDER, Steven Jay (ed.) Fear without frontiers. Horror Cinema Across the Globe. Surrey: Fab Press, 2003.


68. MATHIJS, Ernest y MENDIK, Xavier (Eds.) Alternative Europe: Eurotrash and Exploitation Cinema since 1945, op.cit.



En segundo lugar, Spanish horror film reivindica la necesidad de acercarse al cine de terror español desde la recepción de actores no estrictamente vinculados al canon crítico tradicional, tomando en cuenta, en cambio, los procesos de reasignación por los que determinadas películas adquieren un estatus de culto en el tiempo:

en relación a las historias canónicas de género y el papel que desempeñan los agentes culturales específicos en construcciones del canon y de la historia del cine español, los terrenos cambiantes de clasificación del género y del gusto, el impacto de los cambios tecnológicos en el desarrollo del género, y las formas en que los tipos de fandom escriben sobre el cine de terror español. (69)

69. LÁZARO-REBOLL, Antonio, op.cit. p.5.

No es de extrañar que, apelando a las corrientes de los estudios culturales sobre las que inequívocamente se erige, el trabajo de Lázaro-Reboll otorgue mayor consideración a aquellas fuentes culturales implicadas en la reconfiguración de un gusto alternativo al gusto “oficial”, como los fanzines, las páginas webs realizadas por aficionados, ciertos medios críticos, la prensa especializada y, sobre todo, las diferentes herramientas con que estas películas fueron promocionadas en el momento de su estreno (cartelería, afiches, publicidad en prensa). En otras palabras: su trabajo subraya la condición del cine español de terror (en especial el producido en el tardofranquismo) en tanto expresión de un fenómeno cultural e industrial europeo más amplio, no como un lastre estético o artístico (como ha podido sugerirse en el pasado), sino como parte intrínseca de su identidad cultural. Por supuesto, el cine de zombis español participa consistentemente de este escenario. 

Así pues, la relación entre estos dos objetos de estudio (el zombi y el cine español de terror) conforma el objeto de este libro. Dado que el cine de zombis goza de una tradición de más setenta años, y dado que la vertiente española ocupa, como he afirmado, un espacio propio en las principales historias que se han escrito sobre el personaje, este trabajo se propone identificar aquellas características específicas que singularizan la producción española de zombis a lo largo de su historia con respecto a la tradición del subgénero global. Esta hipotética relación condiciona, por supuesto, la estructura del libro. Exige que, antes de examinar el caso español, abordemos una exploración, antropológica y universal del concepto del zombi, a fin de entender el sustrato cultural sobre el que reposa su introducción y evolución en el cine occidental, así como aquellas características básicas que se han mantenido relativamente intactas hasta hoy. 

La primera sección, por lo tanto, tratará de establecer los criterios por los que voy a considerar zombi a un determinado personaje. Resulta paradójico que a pesar de la reciente profusión de estudios sobre este monstruo, exista todavía un vacío a la hora de alcanzar una definición totalizadora del mismo. Por el contrario, no pocos autores han llamado la atención sobre la dificultad de llegar a un consenso en este sentido, amparándose 1) En los muy distintos ámbitos en que el personaje se ha movido lo largo de su historia (en las culturas tribales de Sudáfrica, en las islas Antillas, en la medicina, en el cine, en la sociedad occidental moderna) 2) En la sorprendente y rápida evolución que el zombi ha experimentado en el campo del cine, desde el autómata de las primeras películas a la actual criatura rabiosa y veloz que representa el cine de hoy, y 3) En su constante hibridación/confusión con otros monstruos como el vampiro o el fantasma. Como Dendle afirma, “la superposición considerable entre los diversos monstruos cinematográficos impide la posibilidad de una definición totalizadora del zombi”. (70) La ausencia de una definición válida, siquiera aproximativa, dificulta también la obtención de cualquier tipo de taxonomía. A pesar de ello, autores como David Chalmers (71) y Kevin Boon (72) han aportado sus sugerencias en este sentido, como discutiré en este primer capítulo. Este es el motivo por el que empezaré intentando subsanar este vacío, ofreciendo, por un lado, mi propia propuesta definitoria (la cual también determinará el corpus de películas españolas a analizar), y por otro una posible taxonomía que ordene este mismo corpus y ofrezca un punto de partida adecuado desde el que abordar la producción española. El punto de inflexión de esta taxonomía será la existencia o no de una figura de poder que ejerza un control exterior sobre los zombis. Mi taxonomía, por lo tanto, mantendrá esta dicotomía como eje central para luego tomar en cuenta otras variables que pueden afectar a la representación formal del personaje: si está vivo o muerto, y si la naturaleza de la influencia zombificadora es sobrenatural o no. 

70. DENDLE, Peter. The zombie movie encyclopedia, op.cit. p.13.

71. CHALMERS, David J. The Conscious Mind: In Search of a Fundamental Theory. New York, Oxford: Oxford University Press, 1996.


72. BOON, Kevin. ‘The Zombie as Other: Mortality and the Monstrous in the Post-Nuclear Age’. En Better off de dead. The evolution of the Zombie as Post-Human, op.cit. pp.50-60.

La estructura del resto del libro responde, pues, a los últimos enfoques sobre el estudio del cine de terror español aportados, como ya he adelantado, por autores como Lázaro-Reboll y Willis: el cine español como parte de un fenómeno transnacional específico localizado en Europa, que propicia una política de préstamos de cineastas, actores y géneros en la que las fronteras identitarias entre las diferentes cinematografías se difuminan. El primero de los capítulos de esta sección abordará el cine exploitation europeo: en él intentaré establece el singular marco socio-industrial en que surge esta forma de cine en la segunda mitad del siglo XX, para a continuación plantear una discusión acerca de las señas de identidad de estas películas, según el trabajo de Cathill y Tombs, Olney o Mathijs y Mendik. Tal y como estos autores lo han planteado, el cine exploitation que se desarrolla en Europa desde los años 50 hasta su declive en la década de los 80 comparte unas características comunes, a pesar de la heterogeneidad y los rasgos específicos de las muchas cinematografías implicadas en estas prácticas (rasgos que, a su vez, singularizan la producción de estos países). De acuerdo con Olney (73), estas películas llevan aún más lejos el paradigma del cine de terror postmoderno de Pinedo, e implican una subversión de las convenciones cinematográficas más elementales instauradas por el mainstream de Hollywood en el pasado, en la que prevalecen los excesos y la participación activa del espectador frente a la lógica narrativa más ortodoxa. Examinaré cómo los cineastas europeos responsables de estas películas desafiaron las nociones de “buen” y “mal” gusto, o de “buena” o “mala” narración, hasta proponer una reescritura postmoderna de géneros como el terror que cuestiona y difumina categorías cerradas como “culto” y “popular”. Estos rasgos sentarán en esencia los principios teóricos desde los que debe entenderse el cine de zombis español en su aproximación a los modelos clásicos o hegemónicos de la industria norteamericana estudiados en la segunda parte. Proporcionarán, en definitiva, un protocolo de lectura con que acercarse a las películas de Naschy, Franco o De Ossorio.


73. OLNEY, Ian, op.cit.


El siguiente capitulo trata sobre el cine español de terror de los años 60 y 70 y establecerá el marco político, cultural e industrial en que tiene lugar la eclosión de películas de terror que el cine español experimentó desde finales de los años 60 hasta mediados de la década siguiente. Dado que en el proceso de documentación preeliminar no he encontrado producciones de zombis españolas antes de estas fechas (a excepción de un ejemplo puntual que mencionaré al inicio de este capítulo), 1960 será nuestro punto de partida. Con este propósito, el capítulo planteará en primer lugar la compleja relación que la cultura española ha mantenido tradicionalmente con los géneros no realistas. Aquí los trabajos teóricos de David Roas (74) y de Miriam López (75) acerca de los inicios de lo fantástico y de lo gótico en nuestra literatura pueden ayudarnos a establecer un precedente del particular tratamiento que el género de terror ha obtenido en la cinematografía nacional. Roas, por ejemplo, ha demostrado la existencia de una tradición fantástica consolidada en las letras españolas, frente a un canon crítico “oficial” que ha tratado de negarla por motivos a veces religiosos, otras veces culturales y, finalmente, nacionales, fundamentados en el (falso) prejuicio según el cual España es un país eminentemente realista. El resto del capítulo adoptará una perspectiva histórica y de producción cultural para examinar con exhaustividad cuales son las condiciones industriales, sociales y cinematográficas por las que los cineastas españoles de los años 60 se lanzaron de una forma masiva, y por primera vez en su historia, a producir este tipo de cine. Finalmente, la siguiente sección se ocupará de abordar específicamente las características estéticas, industriales, temáticas y narrativas del cine de terror español de este periodo: por un lado, discutiendo lugares comunes en su estudio como la naturaleza estrictamente mimética de este cine o su consideración como un bloque homogéneo de películas de escaso presupuesto y acabado formal descuidado; por otro, poniéndolo en relación con las tendencias genéricas contemporáneas estudiadas en los anteriores capítulos, es decir, el cine exploitation europeo y el cine de terror postmoderno norteamericano. Se atenderá también a cómo la situación política española pudo condicionar representaciones propias de este género como el sexo, la violencia o, en general, los actos considerados inmorales. El objetivo de esta última sección es establecer el marco concreto a través del cual el zombi se introdujo en la cinematografía española, antes de abordar las películas como tal.


74. ROAS, David. De la maravilla al horror. Los inicios de lo fantástico en la cultura española (1750-1860). Pontevedra: Mirabel Editorial, 2006.

75. LÓPEZ, Miriam. La novela gótica en España (1788-1833). Pontevedra: Academia del Hispanismo, 2010. p.25.


El resto del libro se concentrará de forma específica en el análisis de la totalidad del cine de zombis producido en España hasta la actualidad. El orden será cronológico a fin de identificar, por primera vez en un estudio de estas características, los ciclos del cine de zombis español. La mayor dificultad en este sentido estriba en designar a aquellos personajes que cumplen con las características prescritas en mi propuesta definitoria, dificultad que se acrecienta con la natural hibridación/transgresión/subversión de convenciones que reviste el cine exploitation y el cine español en particular. Así, el capítulo ‘El cine español descubre al zombi’ se ocupará de las primeras producciones locales en las que se detecta la presencia del personaje, localizadas en la década de los años 60. Este periodo, denominado por Aguilar con el gráfico nombre de ‘Insinuación’ (1961-1967) (76), precede al éxito de La marca del hombre lobo (Enrique López Eguiluz, 1967) y La residencia (Narciso Ibáñez Serrador, 1969), propulsores del fenómeno industrial bajo el cual España produjo más de 200 títulos en un arco de tiempo de apenas siete años. El análisis de las películas comprendidas en estos años deberá tener en cuenta, pues, su singularidad como pioneras de un género hasta entonces industrialmente marginado en el contexto del cine español. Su estudio se abordará desde los tres enfoques planteados hasta ahora: las convenciones del zombi planteadas en la propuesta definitoria así como los principios teóricos del cine exploitation y del cine de terror español trazados en los capítulos anteriores. 

76. AGUILAR, Carlos. 'Fantasia española: negra sangre caliente. p.19. En Cine fantástico y de terror español: 1900-1983, op. cit., pp.11.47.


El capítulo 'El cine español explota al zombi’ abarca el periodo que va desde finales de los años 60 hasta la caída del régimen franquista; es decir, los años en que se concentra la mayor producción de películas de terror en la historia de España. Una vez más, el mayor desafío radica en la manera en que las prácticas exploitation en las que se inscribe el cine español de género comportan la subversión/transgresión de categorías inamovibles en la tradición de terror precedente. En lo que respecta al zombi, cualquier intento de categorización como el que lleva a cabo este libro deberá tener en cuenta este proceso y entender la imposibilidad de obtener una taxonomía completamente cerrada como un rasgo de identidad cultural de estas películas. 

El siguiente capítulo, ‘La producción diluida’, aborda los años 80 y la primera mitad de los años 90 como un periodo en el que el cine español de terror acusó un considerable descenso de su producción, lejos de los números registrados en las dos décadas anteriores; descenso del que el cine de zombis debe participar por fuerza. Esta es la razón por la que se concentrará un periodo de tiempo tan largo en un solo capítulo. Es representativo, por ejemplo, que Lázaro-Reboll divida su revisión del cine de terror español entre una producción pre-1975 y una producción post-1975, tomando el periodo que aquí me propongo a resumir como antesala del resurgir del género en la segunda mitad de los años 90.

El último capítulo, ‘Resurgimiento del zombi en el cine español’, recoge, pues, la producción más reciente tomando como punto de partida la nueva oleada de cineastas españoles interesados en el género que surgieron entre finales de los años noventa y principios del nuevo siglo. Es en el seno de esta nueva oleada de películas de terror españolas, de las que Lázaro-Reboll (77) ha destacado su carácter eminentemente transnacional, donde se dan los últimos ejemplos de cine de zombis producidos en España hasta el momento.

77. LÁZARO-REBOLL, Antonio. ‘Now playing everywhere: Spanish horror film in the maketplace’. En Contemporany Spanish cinema and genre, op cit. pp.65-87.

Por último (en realidad, la razón única por la que alguien debería escribir un prólogo) me gustaría agradecer a aquellas personas que han contribuido a mi trabajo y a la existencia misma de este libro. En primer lugar, a Edisa Mondelo, que dirigió la tesis doctoral que ha dado pie a estas páginas con una convicción inagotable; a mi amigo Andrés Peláez, que sabe de criaturas de la noche un millón de veces más que yo, y al que debo tardes interminables de pintas de Guinness discutiendo sobre cine y literatura de terror y sobre cosas que no tenían nada que ver con cine o con libros (o tal vez sí); a David Roas, por la confianza depositada en mí y por señalarnos el camino a los que hemos venido detrás; a Carlos Aguilar le debo que pusiera a mi disposición su inmenso bagaje personal y cinematográfico, y también algunos de los mejores platos que he probado en mi vida; a Antonio Lázaro-Reboll, que siempre tuvo tiempo para responder a mis cuestiones sobre cine de terror español desde Canterbury. Gracias a todos, pero sobre todo a ti, lector. Sin nadie al otro lado, no somos más que cadáveres andantes aullándole a la oscuridad.