Botonera

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7.3.20

V. "SALIR DEL CINE. HISTORIA VIRTUAL DE LAS RELACIONES ENTRE EL ARTE Y EL CINE", Érik Bullot, Shangrila 2020




Jean Epstein, lector de Maya Deren


Le Tempestaire, Jean Epstein, 1947



En su ensayo An Anagram of Ideas on Art, Form and Film, publicado en 1946 en Nueva York, Maya Deren confía al lector, en un paréntesis: “(Acabo de recibir de Francia un libro titulado La inteligencia de una máquina, de Jean Epstein. Aún no lo he leído, pero la aproximación que intuyo en el título y la poética, el tono inspirado del análisis con el que Mr. Epstein escribe sobre un tema generalmente tratado de manera prosaica y en términos históricos, me han llevado a pensar que es una lectura interesante, al menos para aquellos que comparten conmigo un profundo respeto por las mágicas complejidades del instrumento cinematográfico)”. (1) Abramos este paréntesis virtual. Este paréntesis sugiere, al evocar el simple acto de hojear un volumen en lengua francesa, la posibilidad de una proximidad teórica intuitiva entre dos cineastas mayores de la vanguardia. Maya Deren no ha leído todavía a Jean Epstein. ¿Lo leerá? No encontramos ninguna otra mención a Jean Epstein en su obra. Sin duda, Deren está impactada por el título del libro, como lo evidencia la frase que precede al paréntesis: “La complejidad de la cámara crea a veces la ilusión de ser una inteligencia con vida propia que puede inspirar su manipulación a nivel explorativo y creativo simultáneamente”. La inteligencia de una máquina se publica en 1946. En ese tratado de naturaleza filosófica, compuesto de párrafos cortos con un estilo intenso y preciso, cristalino, Jean Epstein, al desarrollar y afinar sus hipótesis vinculadas al concepto de fotogenia, se propone reflexionar acerca de la manera en la que el cine arroja una “nueva penumbra” sobre las categorías metafísicas y subvierte numerosas oposiciones tradicionales entre la materia y el espíritu, lo continuo y lo discontinuo, el movimiento y el reposo, el espacio y el tiempo, el azar y el determinismo, la existencia y la no-existencia. “El cinematógrafo aparece como un sucedáneo, un anexo del órgano en el que generalmente se sitúa la facultad que coordina las percepciones, es decir, del cerebro, la supuesta sede principal de la inteligencia”. (2)

1. DEREN, Maya, An Anagram of Ideas on Art, Form and Film, Nueva York: The Alicat Bookshop Press, 1946, incluido en Essential Deren, Nueva York: McPherson & Company, 2005 [trad. cast.: “Un anagrama de ideas sobre arte, forma y cine” [1946], El universo dereniano. Textos fundamentales de la cineasta Maya Deren, trad. Carolina Martínez, Madrid: ARTEA Editorial, 2013]. 
2. EPSTEIN, Jean, L’Intelligence d’une machine, París: Éditions de la Sirène, 1946. El texto está incluido en el primer volumen de Écrits sur le cinéma, recopilación integral de los escritos de Epstein publicada en dos volúmenes por Éditions Seghers (París) en 1974, cuya traducción al español en un solo volumen prepara actualmente Shangrila Ediciones (Valencia). 

Poco tiempo antes, a sugerencia de Roger Desormière, con el acuerdo de Marcel L’Herbier y Jean Lods, Pierre Gérin, director del Institut des hautes études cinématographiques (IDHEC), nueva escuela de cine fundada en París en septiembre de 1943, había propuesto a Epstein la cátedra de estética. Se prevé un ciclo de veinte clases. La primera tendrá lugar el 15 de noviembre de 1945. Las clases se consagrarán a cuestiones filosóficas relativas a la naturaleza del pensamiento visual, la función cinematográfica del espacio-tiempo, la reversibilidad del tiempo, la inversión de la lógica, las enseñanzas de la cámara lenta y la cámara rápida. La experiencia se interrumpirá rápidamente por falta de estudiantes. (3) En la primera clase se incorporan numerosos fragmentos de filmes de muy diversos registros: pruebas de cámara, ejemplos de cámaras rápidas y cámaras lentas, secuencias proyectadas al revés, movimientos variados de cámara. El material de las clases se recogerá en dos ensayos de Epstein: La inteligencia de una máquina y El cine del diablo (1947)*. La indiferencia y el desdén hacia Jean Epstein parecen recurrentes, tal como lo recuerda el muy bello texto que le dedica Henri Langlois en los Cahiers du cinéma con motivo de su muerte en 1953, en el que Langlois se indigna ante el silencio de esa misma revista acerca del cineasta. “Así, había que ver morir a Epstein para darse cuenta de que estaba vivo. ¿De qué sirve homenajear a los muertos si uno los entierra en vida? ¿Era necesario esperar la desaparición de Epstein para preguntarse si no era un genio?”. (4) En Francia, habrá que esperar todavía cincuenta años para que Epstein encuentre una posteridad crítica real, especialmente en ocasión del coloquio que le consagra la Cinemateca Francesa en 1997.5 Sus libros permanecieron en las cajas de los bouquinistes (todavía pueden encontrarse muy fácilmente las ediciones originales de La inteligencia de una máquina y El cine del diablo), recordando, con su muda presencia, a los estudiantes que no fueron a escucharlo. Durante mucho tiempo, Epstein pareció inseparable de su olvido y encarnó a la vez un momento muy fuerte de la vanguardia cinematográfica [...]

3. LEPROHON, Pierre, Jean Epstein, París: Éditions Seghers, 1964, p.60. Pueden consultarse los textos dactilografiados de las tres primeras clases y las notas preparatorias de las dos siguientes en el archivo Epstein (BIFI: EPSTEIN 238B60, 239B92). Estos documentos, ricos y completos, dan cuenta de la exigencia intelectual del cineasta. 
* [N. de. T.]: Le Cinéma du Diable, París: Éditions de la Sirène, 1947. El texto está incluido en el primer volumen de Écrits sur le cinéma, recopilación integral de los escritos de Epstein publicada en dos volúmenes por Éditions Seghers (París) en 1974, cuya traducción al español en un solo volumen prepara actualmente la editorial Shangrila Ediciones (Valencia). 
4. LANGLOIS, Henri, “Jean Epstein”, Cahiers du cinéma, n° 24, 1953, incluido en Trois cents ans de cinéma, Écrits, París: Cahiers du cinéma, Cinémathèque française, Femis, 1986, p.239.