Botonera

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15.11.21

VIII. "VÉRTIGO. DESEO DE CAER", Valencia: Shangrila 2021




EROTISMO Y MÍSTICA
Los sacrificios del amor

NEKANE E. ZUBIAUR GOROZIKA



El placer de los extraños (1990) / El reverendo (2017), Paul Schrader



El placer arde con fuego dulce, devorador.
Thomas Merton


“Eros personifica el impulso erótico, el anhelo amoroso que irrumpe en el alma con fogoso ímpetu y arrastra a acciones descontroladas. Es el amor pasión que penetra por los ojos e inflama el corazón, como una herida de misteriosa e íntima flecha”. (1) Al deseo irracional de placer que esta divinidad pagana insufla en el individuo, el Dios del cristianismo opone el afecto desinteresado y fraternal del ágape, “un amor oblativo, cuyo sacrificio no conoce límites” (2), “el amor tan absolutamente espontáneo y totalmente inmotivado que pone de manifiesto la Cruz de Jesús”. (3) 

1. GARCÍA GUAL, Carlos, Diccionario de mitos, Madrid: Siglo XXI, 2011, p.119.
2. NYGREN, Anders, Eros y ágape. La noción cristiana del amor y sus transformaciones, Barcelona: Sagitario, 1969, p.112.
3. NYGREN, Anders, op. cit., p.19.

Los protagonistas de El placer de los extraños (The Comfort of Strangers, Paul Schrader, 1990) y El reverendo (First Reformed, Paul Schrader, 2017) adoran respectivamente a estos dioses y consagran sus vidas a esas dos formas de amar que, de una u otra manera, torturan sus almas: los dos primeros están esclavizados por los deleites que proporciona Eros; el segundo, mortificado por la imposibilidad de profesar el ágape en toda su dimensión. Los tres tratarán de canalizar su devoción a la divinidad amorosa por la vía del sacrificio, bien imitando los violentos rituales ejecutados por las sociedades primitivas, bien a través del martirio y la inmolación cristiana que, solo en apariencia, parece oponerse a las prácticas sagradas del paganismo.

Ambos relatos arrancan de manera similar, con la cámara penetrando o aproximándose a los santuarios en los que dichas deidades son veneradas por sus protagonistas. En El placer de los extraños sucesivos travellings recorren con voluptuosa morosidad los artesonados, paredes y muebles de la espléndida casa veneciana de Robert y Caroline. En el plano de arranque de El reverendo, la cámara, situada prácticamente en el suelo, avanza de manera lenta y casi imperceptible hacia el sobrio edificio de la First Reformed, iglesia en torno a la cual gira la acción principal de la película. A partir de ahí, los dos filmes abordarán la pulsión tanática del ser humano vinculada a la vertiente más (auto)destructiva del amor y la pasión en sus dos acepciones, como inclinación viva y vehemente hacia algo o alguien, pero también como padecimiento. Pese a compartir la firma del cineasta estadounidense Paul Schrader, ambos lo harán desde enfoques y formalizaciones divergentes [...]





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