EROTISMO Y MÍSTICA
Los sacrificios del amor
NEKANE E. ZUBIAUR GOROZIKA
El placer arde con fuego dulce, devorador.
Thomas Merton
“Eros personifica el impulso erótico, el anhelo amoroso que irrumpe en el alma con fogoso ímpetu y arrastra a acciones descontroladas. Es el amor pasión que penetra por los ojos e inflama el corazón, como una herida de misteriosa e íntima flecha”. (1) Al deseo irracional de placer que esta divinidad pagana insufla en el individuo, el Dios del cristianismo opone el afecto desinteresado y fraternal del ágape, “un amor oblativo, cuyo sacrificio no conoce límites” (2), “el amor tan absolutamente espontáneo y totalmente inmotivado que pone de manifiesto la Cruz de Jesús”. (3)
1. GARCÍA GUAL, Carlos, Diccionario de mitos, Madrid: Siglo XXI, 2011, p.119.
2. NYGREN, Anders, Eros y ágape. La noción cristiana del amor y sus transformaciones, Barcelona: Sagitario, 1969, p.112.
3. NYGREN, Anders, op. cit., p.19.
Los protagonistas de El placer de los extraños (The Comfort of Strangers, Paul Schrader, 1990) y El reverendo (First Reformed, Paul Schrader, 2017) adoran respectivamente a estos dioses y consagran sus vidas a esas dos formas de amar que, de una u otra manera, torturan sus almas: los dos primeros están esclavizados por los deleites que proporciona Eros; el segundo, mortificado por la imposibilidad de profesar el ágape en toda su dimensión. Los tres tratarán de canalizar su devoción a la divinidad amorosa por la vía del sacrificio, bien imitando los violentos rituales ejecutados por las sociedades primitivas, bien a través del martirio y la inmolación cristiana que, solo en apariencia, parece oponerse a las prácticas sagradas del paganismo.
Ambos relatos arrancan de manera similar, con la cámara penetrando o aproximándose a los santuarios en los que dichas deidades son veneradas por sus protagonistas. En El placer de los extraños sucesivos travellings recorren con voluptuosa morosidad los artesonados, paredes y muebles de la espléndida casa veneciana de Robert y Caroline. En el plano de arranque de El reverendo, la cámara, situada prácticamente en el suelo, avanza de manera lenta y casi imperceptible hacia el sobrio edificio de la First Reformed, iglesia en torno a la cual gira la acción principal de la película. A partir de ahí, los dos filmes abordarán la pulsión tanática del ser humano vinculada a la vertiente más (auto)destructiva del amor y la pasión en sus dos acepciones, como inclinación viva y vehemente hacia algo o alguien, pero también como padecimiento. Pese a compartir la firma del cineasta estadounidense Paul Schrader, ambos lo harán desde enfoques y formalizaciones divergentes [...]
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